Celulas Madres

Células madre

Hasta hace poco tiempo se creía que únicamente las células del corazón de un bebé menor de cuatro meses tenían capacidad de regenerarse. Luego, el corazón perdía esa capacidad que otros órganos, como el hígado, conservan toda la vida.

Por eso, cuando muere tejido cardíaco de un adulto, por ejemplo durante un infarto, el corazón ya no puede volver a generar el tejido muerto, con la consiguiente debilitación de todo el órgano.

Pero en los últimos años se ha descubierto que existen células madre de otras partes del cuerpo (por caso, médula ósea o músculo liso) que pueden reemplazar a las células cardíacas muertas.

Esto mejora enormemente el pronóstico de pacientes coronarios, entre ellos muchos de los enfermos de Chagas-Mazza que en la Argentina suman tres millones de personas.
En el Hospital Presidente Perón, de la ciudad de Avellaneda, Buenos Aires, el cardiocirujano Jorge Trainini comenzó a fines de 2001 una investigación consistente en la implantación de células madre de otras partes del cuerpo directamente al corazón de 68 pacientes cardíacos, entre ellos cinco chagásicos.

Los pacientes solo tuvieron una sencilla extracción de sangre mediante una punción en la cresta ilíaca, para lo cual se les aplicó anestesia local.

La muestra extraída fue cultivada durante cuatro horas en el laboratorio para separar las células madre que tienen capacidad de producir nuevos vasos sanguíneos.

Cuatro horas más tarde, mediante un catéter que se insertó por la ingle en la arteria femoral, se reimplantó la muestra directamente en la parte afectada del corazón en una intervención sencilla que requirió solo 45 minutos.

Casi dos años después, la evolución de todos los pacientes fue altamente satisfactoria. Y en el caso de los pacientes chagásicos, los resultados fueron elocuentes. Salvo un paciente, que falleció por causas ajenas al trasplante, las otras cuatro personas recuperaron la funcionalidad normal de sus corazones y ninguna de ellas sufrió efectos adversos.

“Aún hay cuestiones éticas, técnicas y clínicas por aclarar —explicó Trainini—. No sabemos, por ejemplo, cuál es el mejor tipo de célula para cada caso, o cuál es la vía de implantación ideal. Por eso hemos sido prudentes en la selección de pacientes, y sólo escogimos aquellos que tenían pocas alternativas de tratamiento”.

Estas cuestiones demorarán un tiempo la generalización de los trasplantes celulares, pero sin dudas se abren nuevas posibilidades en particular para los enfermos de Chagas, un mal endémico del continente americano.

El trabajo de Trainini será publicado próximamente en la Revista Argentina de Cirugía Cardiovascular.
 

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